Josef Pieper
INTRODUCCIÓN
Capítulo III de “El fin del tiempo”, Barcelona, Herder, 1984. Cualquier lenguaje teológico es susceptible de una interpretación metafísica, puesto que, en tanto que símbolo, se inserta en un significado ontológico cuya raíz última, siguiendo la norma de la interpretación inversa de la analogía, puede ser descifrada si se disponen de las “herramientas” adecuadas, es decir, si se hace referencia a los principios. La figura del Anticristo presenta en nuestra época un especial interés, y pueden encontrarse en el siguiente texto de Pieper -profesor de antropología filosófica en la Universidad de Münster- ciertas relaciones de continuidad con algunas de las perspectivas propias del pensamiento tradicional o de la gnosis perenne. Por otra parte, las estimaciones políticas y filosóficas del autor respecto a la “morfología” del reinado del Anticristo pueden resultar tremendamente sugestivas.
“No cabe mencionar ningún lapso de tiempo, ni pequeño ni grande, tras el cual haya que esperar el fin del mundo”. Santo Tomás de Aquino, “Contra impugnantes Dei cultum et religionem”, 3, 2, 5; nº 531.
- En la tradición del pensamiento occidental acerca de la historia el estado final intratemporal tiene sobre todo un nombre: reinado del Anticristo. Es necesario, por tanto, interpretar con la mayor precisión posible el sentido de tal expresión.
En principio el nombre de “Anticristo” tiene un cierto eco extraño para el oído moderno. Pero lo que tal nombre connota y señala de realidades intrahistóricas sí que le es perfectamente familiar y bien conocido al hombre contemporáneo. Aunque por ese “hombre contemporáneo” no se ha de entender ciertamente toda persona que vive hoy en cualquier parte del mundo, sino más bien quien con el sentido despierto y diríamos que desde dentro ha conocido y vivido las últimas cosas ocurridas en la historia humana (los regímenes totalitarios, la “guerra total”).