Mauricio I. Pérez
Prólogo
Con motivo de los 2,000 años del nacimiento de san Pablo, el Papa Benedicto XVI proclamó un año jubilar del 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009: el Año Paulino.
Por un año entero, la Iglesia habría de estudiar la vida y cartas del Apóstol de los Gentiles y reflexionar sobre todo aquello que el Señor nos quiso revelar a través de sus palabras.
Así, hubo diferentes eventos religiosos, litúrgicos, espirituales y académicos dedicados a san Pablo. No podía quedarme fuera.
Con el propósito de ser partícipe de esta gran celebración y de ayudar a los fieles cristianos a hacer lo mismo, todos los miércoles del Año Paulino dediqué las emisiones de mi programa radial Semillas para la Vida a compartir con mi auditorio la vida y obra de este titán de la evangelización. Iniciamos por recordar su vida, paso a paso, según nos la contó Lucas en sus Hechos de los Apóstoles. Y continuamos estudiando con detenimiento cada una de las cartas paulinas. Estas emisiones quedaron grabadas en dos álbumes en CD, Semillas de San Pablo y Las Cartas Paulinas.
Al mismo tiempo, dicté en varias parroquias un ciclo de conferencias en que expliqué cada una de las cartas y me enfoqué a profundizar en las diferentes facetas de san Pablo. La Primera Carta a los Tesalonicenses sirvió para conocer a san Pablo el catequista. La Primera Carta a los Corintios fue muy provechosa para conocer a san Pablo el apóstol. Y su obra cumbre, la Carta a los Romanos, ayudó a conocer a san Pablo el teólogo.
Pero conocer a Pablo no solamente implica el estudio bíblico de sus escritos. Para conocerlo en verdad hay que dejarse predicar por él, permitirle que nos hable en primera persona. Y que nos hable al corazón, ahí donde es el espíritu el que escucha. Y escuchando, donde aprende a acercarse más a Dios.
Finalmente eso es lo que quería Pablo, que Cristo creciera y él desapareciera. Pablo sabía que él en sí mismo, no era el fin de la evangelización sino solamente un canal para hacer llegar el mensaje de salvación hasta el último rincón.
Un día recibí una llamada. Se trataba del P. Gary Zender, párroco en aquel entonces de la parroquia de San Antonio, en la arquidiócesis de Seattle. Me invitó a dirigir un retiro de animación apostólica para su parroquia, con motivo del Año Paulino.
Fue un evento impresionante. El gimnasio de baloncesto que hacía las veces de salón parroquial, estaba lleno de buenas personas ávidas por dedicar un día entero a Dios.
Para el retiro, preparé una serie de meditaciones y reflexiones que titulé “Todo lo Puedo en Aquel que me Conforta”. En el retiro hubo de todo, profunda reflexión, momentos de risa alegre y también incluso de lágrimas que al rodar por las mejillas sanaban corazones que encontraban razones para no perder la esperanza.
Como homenaje al Año Paulino, grabé estas meditaciones en un CD que lleva el mismo nombre “Todo lo Puedo en Aquel que me Conforta”.
Este libro que tienes en tus manos, lectora, lector querido, lo he escrito años después. Está basado en aquellas reflexiones que preparé para ese retiro y que puedes escuchar también en el CD. Sin embargo, este libro no es una lectura de las meditaciones del CD, ni aquel se puede considerar un audio libro. Son muy semejantes, pero contienen diferencias.
Finalmente, ambos son útiles pues hay momentos en que necesitamos que alguien nos hable al oído –y para ello está el CD– en tanto que en otras ocasiones nos resulta más útil leer y releer una idea que nos ha tocado y que mientras más la leemos más hondo penetra en nuestro ser.