Juan Luis Lorda Iñarra
CAPÍTULO 1. LA IDEA DE VIRTUD
¿Se puede mejorar?
¿Se puede ser mejor, es decir, mejor persona? Es una buena pregunta. Y ¿Quién se atrevería a responder que no, que él no puede mejorar?
Una parte de nuestra cultura moderna diría que la cuestión no le interesa en absoluto, que ser bueno es un aburrimiento; y que le parece más interesante no serlo. Seguramente, tiene alguna razón.
En una película suelen ser más interesantes los papeles de los malos que los de los buenos. Y si sólo hacemos una película con buenos, por así decir, nos saldría un aburrimiento insoportable. En cualquier argumento de la literatura o del cine, hay que poner algo de maldad. Si no, no tiene profundidad humana. Es verdad. La maldad pone emoción en el mundo. Pone retos que hay que superar, obstáculos que hay que vencer, injusticias que hay que arreglar. Sin esto, no hay emoción en la vida.
Pero a nadie le gustaría tener un hijo, un esposo o una esposa, un jefe, y, no digamos, una madre o un padre que prefiere ser malo en lugar de bueno. El resultado sería bastante amargo, y puede hacernos la vida insoportable. Es mucho mejor tener alrededor gente buena, que procura cumplir con sus deberes, tratarnos bien y ayudarnos cuando nos hace falta. Cada persona buena es un tesoro, un descanso, un apoyo y, podríamos decir, un triunfo de la humanidad.